Yo quería jugar al fútbol. Después se me pudrió por hechos que son extensos de explicar, más personales. Pero de alguna manera siempre seguí ligado afectivamente al fútbol, jugando entre amigos. Me fui a probar a All Boys, a Racing. Y en 1978 a Boca, a la Candela. Un año antes de hacer la colimba. A las ocho y media de la mañana me hicieron poner en cuero. ‘A la mierda, se me adelantó la conscripción’, dije. Faltaba un comando de la Triple A. En esas pruebas no suelen darte mucho la pelota. Pero hice una jugada al mejor estilo Houseman y miro hacia donde estaba el técnico: estaba hablando con otro de lo último de Adriana Aguirre”.
Diego Capusotto es el centro de la escena en una sala del polideportivo de Morón. Nació en esa localidad el día de la primavera de 1961. Lo rodean exfutbolistas de Racing, dirigentes e integrantes de la filial de Castelar, que lleva su nombre. Ingresa Juan Ramón Fleita. “Uh, me acuerdo de un partido con Chaco For Ever, cuando debutaste, allá”, le dice Capusotto. “Y yo de los techos de chapa y el calor”, le devuelve el Lagarto. En unos minutos, el actor se calzará la 10 y entrará a una cancha rengueando y con la mano atrás, como si le hubiesen amputado medio brazo; hará reír a todos. Diez años atrás le había confesado a la periodista Leila Guerriero que el fútbol, en un retazo de su vida, ocupaba el lugar de los fracasos. Eso ya es pasado. Pero en un rato se va remediar –a sacar el gusto– en un encuentro entre las glorias de Racing y Deportivo Morón.
–En 1975, contra Parque, en 70 segundos perdías 22-0, dijiste. ¿Dónde jugabas?
–En el Stentor de Villa Luro. Y una vez jugué contra Parque, de donde iban a Argentinos. Hay que tener cuna de jugadores técnicos, no de jugadores tácticos, como Parque. En el fútbol, de alguna manera, las dos cosas forman parte. No tiene mucho misterio: tenés que llegar al arco contrario, la tenés que tener más vos y tenés que tener jugadores con técnica porque si no te la sacan. ¿Trabajar con pelota parada? Macanudo, pero con pelota parada no salís campeón. Por eso a todo el mundo le gusta el Barcelona, que juega al pie.
–¿Cómo jugás?
–Soy riquelmeano. Riquelme es un gran jugador. Uno de los más inteligentes del fútbol argentino. Lejos. Y me parece que hoy hace diferencia aún con un físico que mermó por una cuestión de edad y por trajín. Yo soy más livianito que Riquelme y uno tiene otra velocidad, también. Soy una mezcla de Messi y Polino. Yo me definiría ahí, en esa mitad. Y, por lo tanto, soy un jugador desconcertante.
–¿Qué jugador representa a Racing?
–Rubén Paz. Fui a ver a Racing con Machado Da Silva, pero es Rubén Paz. Y hoy los colombianos. Me parece que hacía rato Racing no tenía dos jugadores con esa técnica. Racing se equilibró defensivamente, pero no tanto de mitad de cancha hacia delante. Es un equipo que tiene plantel como para pelear el título. Si no se da este año, si mantiene el plantel, será el otro. Tiene jugadores de calidad técnica. Lo que pasa es que hay que conformar un equipo. Desde la época de ese equipo de Rubén Paz, que no es casual que ganó la Supercopa, no veía jugadores así.
–¿Conociste a María Laura, tu mujer, gracias a Racing?
–Cuando el Gordo Casero le quiso presentar a un chico, dijo: “Bueno, pero que sea de Racing”. Y le dijo que entonces le iba a presentar a Capusotto. Tuvimos una conversación que fue derivando desde lo futbolístico a lo sexual. Que terminó siendo más importante lo sexual, desde ya. La primera vez que la llevé a la cancha perdimos y me fui totalmente enojado.
–Eso lo hacía en Cha cha cha. Si los personajes eran hinchas, tenían que ser de Racing. No es lo fundamental, porque lo que uno está relatando es otra cosa. Inclusive puedo relatar al mundo futbolístico extra Racing. A veces nombraba a Racing cuando el personaje precisamente no tenía nada que ver con el fútbol y asociaba la idea de ser hincha con algo que no tenía nada que ver con el fútbol. Pero el fútbol, en esencia, es un hecho social.
–¿Qué rasgos distintivos tiene el hincha de Racing?
–La hinchada de Racing ha sido muy seguidora en la desgracia, teniendo en cuenta que es un club con mucha historia. Y esa característica ha sido muy particular en el hincha, al punto que la propia característica de ser hincha de Racing superó a ser hincha del equipo, que es como debería ser. Hubo un momento en que Racing fue un relato más fantástico por sobre el equipo y por sobre el juego. En eso se hizo característico el hincha de Racing, que fue de toda la vida. Me acuerdo en el ’82 estar perdiendo 3-0 contra River en el Monumental y toda la hinchada gritando. No es de ahora ni es chamuyo.
–¿Cómo ves a la gestión actual del club?
–El club está mucho mejor. Hay una mejora ostensible. De alguna manera, a veces hay una relación con el país. Digo: el país ha mejorado de lo que devino. Se hicieron unos claros de mejoría y entonces en esa marcha vos tenés que seguir efectivizando políticas. Y en Racing pasa lo mismo. Venís de un club gerenciado, vaciado, con características casi neoliberales, con esa política de efectividad empresarial, que después termina con todos los empleados echados porque los tipos finalmente hacen su negocio y se van. Hay que seguir haciendo y trabajar en pos de lograr de Racing un modelo, que es lo más importante.
Fuente: Tiempo Argentino
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